Soy Elisabet Gallardo y me apasiona el mundo del aceite. Buscamos la calidad máxima de nuestros productos y los hacemos llegar a los hogares. No hay mejor retribución para nuestro trabajo que nos llamen para repetir un pedido o que nos feliciten por la calidad de nuestro aceite de oliva.
Mi familia siempre ha estado ligada al olivar, los primeros pasos de UnOlivo hay que buscarlos en los inicios del siglo XX. En el año 1900 mi bisabuelo Julio era un conocido corredor de aceite de oliva de Castillo de Locubín (en la Sierra Sur de Jaén). Compraba aceite a los productores de su entorno y lo vendía en el Puerto de Motril (Granada). Era conocido por su espíritu emprendedor y durante años fue prosperando gracias a su tesón. Con el estallido de la Guerra Civil tuvo que abandonar el negocio y asumir otras ocupaciones.
Su carácter luchador, pasión por el aceite de oliva y el respeto a lo que produce la tierra no desaparecieron. Volvió a manifestarse hace ya más de 20 años, a través de su nieto, mi padre: Julio Gallardo. Él fue quien rescató el espíritu de su predecesor, pero dando un paso más, puesto que se lanzó a la producción de aceite de oliva. El esfuerzo cosechó sus frutos, por eso surgió el coraje para el siguiente reto: afrontar el proyecto de una almazara propia, donde nace UnOlivo.
Recuerdo desde muy niña estar recogiendo aceitunas con mi familia en vacaciones y los fines de semana, ¡nos tocaba ir al campo!. Eran días estupendos donde más que a trabajar íbamos a comer de perol (una gran sartén típica donde se preparaba la comida para todos), y a pasar un día de campo genial todos juntos.
Antes de UnOlivo ya teníamos el molino de aceite, pero fue iniciativa mía crear una marca, para vender nuestro AOVE envasado en lugar de a granel. Yo personalmente me he encargado de coordinar todo el proceso: desarrollar la marca, hacer página web, diseño de etiquetas, catalogos… todo el proyecto de UnOlivo ha nacido bajo mi dirección. Es como cuando tienes un bebe y lo ves cada día crecer y madurar. Para mi este proyecto es igual, ya que ves como crece, como cambia y cada dia estamos mas orgullosos de lo que hacemos y cómo lo hacemos.
Cuidamos durante todo el año el olivar, recogemos durante unos dos meses de invierno la aceituna y enviamos aceite envasado en cualquier fecha. Gracias a ello podemos dar trabajo durante todo el año a varias personas del pueblo, además de emplear el tiempo de mi hermano y mio.
¡El legado continúa! y lo haremos evolucionar siempre a mejor. Mi hermano y yo además de apoyar a mi padre en el proyecto, apostamos por la producción de zumos de aceituna ecológicos de gran calidad: cosecha temprana y premium. Y comercializamos nuestro aceite envasado tanto en el mercado local como el internacional.
El futuro del aceite de oliva para pequeños productores como nosotros es muy incierto, el principal problema son los bajos precios. El aceite está por debajo del umbral de rentabilidad del agricultor, no es rentable cuidar del olivar y recoger la aceituna. Si los precios siguen así, muchos agricultores tendrán que abandonar sus campos. Además, la competencia es fuerte ya que están proliferando las plantaciones superintensivas, donde la calidad de producto obtenida es inferior. Terminan agotando la tierra, emplean muy poca mano de obra y necesitan muchísima agua así como otros productos. Son plantaciones con las que no podemos competir los agricultores que trabajamos con el olivar tradicional.
Opciones como CrowdFarming son muy interesantes tanto para el agricultor, que nos da una mayor visibilidad como para los consumidores, pues nadie mima tanto los productos como las pequeñas y familiares empresas.