La finca de cacao de Enricoso está situada en el barrio o barangay Saloy, Davao, Filipinas. Policarpio ha vivido en la misma zona durante unos 40 años, evidenciando el amor que siente tanto por el entorno natural como por la maravillosa gente que habita la zona. Situada entre bosques tropicales de montaña, la finca a la que llamamos "Saloy", tiene agua fresca de manantial que fluye a través de su exuberante vegetación, lo que da a su cacao un perfil de sabor verdaderamente único. Barangay Saloy forma parte de una región agrícola (Davao, Filipinas) en la que el cultivo del cacao, las copras (pulpa seca de coco) y una variedad de frutas y verduras locales son las principales fuentes de sustento.
Policarpio Enricoso se ha dedicado a la agricultura durante más de dos décadas, habiendo heredado su pasión de sus padres, también agricultores los dos. En este momento, está trabajando estrechamente con los miembros de su familia para gestionar su finca, sin recurrir a mano de obra externa, compartiendo no sólo las tareas sino también los beneficios obtenidos de la explotación del cacao. Comenzó a trabajar con Auro Chocolate en 2015 cuando la Fundación Josefa Segovia le puso en contacto con otros agricultores de cacao que buscaban socios fiables a largo plazo.
Produce y usa sólo su propio fertilizante orgánico para sus árboles mediante el compostaje de residuos agrícolas. Controla las malas hierbas plantando árboles de sombra, manteniendo los niveles adecuados de fertilidad del suelo, cubriendo el suelo con mantillo y deshierbando a mano si es necesario. Realiza una agricultura con una mentalidad ecológica. Cree en la promoción de la biodiversidad y no practica el monocultivo. Tiene muchos otros árboles presentes en su granja como el durian, el coco y el mangostino, promoviendo un ecosistema diverso y saludable. Un árbol de cacao necesita aproximadamente 20 litros de agua al día y el agua de un manantial cercano sirve como una de las fuentes para ello. Como presidente de la Organización de Agricultores Orgánicos de Saloy, incita a su comunidad a practicar métodos orgánicos y da ejemplo de ello.
Policarpio lidera la adaptación de su comunidad a prácticas orgánicas. Fue elegido presidente de la Organización de Agricultores Orgánicos de Saloy, creada recientemente bajo el Programa de Certificación Orgánica de Auro Chocolate. Trabaja duro en su rol de líder y lo encuentra completamente gratificante, incluso cuando tiene que caminar varios kilómetros únicamente para pasar información e iniciar reuniones. Junto a su equipo, atiende puntualmente a las sesiones formativas llevadas a cabo por una ONG local, MASIPAG, aprendiendo todo sobre cultivo orgánico y aplicándolo rigurosamente a sus fincas. El proceso de conversión a orgánico lo encuentra difícil pero entusiasmado ya que tiene la convicción de que el medio ambiente saldrá beneficiado, evitando que el suelo tenga sustancias nocivas, por lo que podrá dejar en herencia una tierra completamente sana y productiva. Junto a su organización, espera conseguir la Certificación Orgánica local a mediados de 2021 y la internacional en el 2022.
Policarpio sigue rigurosamente las pautas de calidad que se han establecido junto con Auro Chocolate para producir constantemente cacao refinado, por lo que recibe importantes primas de precio de entre un 10 y un 50% por encima de los precios mundiales de las materias primas en lugar de un salario mensual. Esta estructura de precios de Auro es un incentivo para que los agricultores mejoren la calidad. La búsqueda de cacao orgánico de su comunidad también brinda a los agricultores la oportunidad de ganar más.
Dado que el cacao es un producto natural, algunos de los granos producidos tienen algunas leves imperfecciones (y no se ajustan a las normas ISO 2451:2017), estos granos son secados y vendidos a comerciantes de Calinan, de modo que casi no se desperdicia ningún grano de cacao producido. Los subproductos agrícolas como las vainas de cacao se transforman en abono y se utilizan como fertilizante orgánico.