Huertas de Salobreña forma parte de un proyecto familiar dedicado al cultivo de frutas exóticas. En la zona hay minifundios, y nuestras parcelas son pequeñas, por lo que el proyecto engloba varias pequeñas fincas que pertenecen a la familia desde hace décadas. Cultivamos aguacates, chirimoyas, mangos, nísperos y pitahayas, que crecen distribuidas a lo largo de la Costa Tropical, en Salobreña, Motril y Almuñécar. A pocos metros del Mar Mediterráneo, y siempre con las montañas de Sierra Nevada detrás nuestra. Hemos decidido dar el nombre de Huertas de Salobreña ya que la mayoría de las fincas se encuentran en este municipio, que es de donde es mi familia.
Nuestra plantación de pitahaya abarca un total de casi 2ha distribuidas en varias fincas, todas ellas cultivadas bajo los mismos estándares de calidad. En nuestra zona abundan los pequeños agricultores; se trata de un área en la que prima la convivencia y la vecindad entre productores locales. Antes era una zona dedicada por completo al cultivo de caña de azúcar. Estas tierras se han ido transformando debido a las bajas rentabilidades de la caña para los agricultores, y entre los árboles de chirimoyas, aguacates y mangos tenemos pitahayas.
El agua en la zona es abundante, viene de los deshielos de las montañas de Sierra Nevada, la sierra más alta de la Península Ibérica. El agua llega a la planta por un moderno sistema de goteo, eficiente y sostenible. Las necesidades de riego de cada árbol las determina su propia naturaleza. Es por ello por lo que intentamos ajustar la cantidad de agua necesaria a las necesidades de la planta dependiendo de la climatología, estacionalidad y de la fase de producción (en floración el requisito de agua es menor, mientras que en producción y engorde la planta tiene mayores necesidades).
Las fincas están diseñadas y equipadas para aprovechar al máximo posible todos los recursos naturales. En algunas ocasiones implica la utilización de materiales y estructuras auxiliares como mantas térmicas que protegen el agua del suelo, caballones grandes para mantener humedad, semi-túneles de malla protectora que permiten la incidencia perfecta de luz, y una distribución óptima de los canales de riego por goteo.
Las fincas están en conversión a agricultura ecológica. Nuestra prioridad es respetar y cuidar las necesidades de nuestros activos más valiosos: la naturaleza y nuestros trabajadores. Es por ello por lo que respetamos los ritmos propios del suelo, aire y agua con una visión productiva a largo plazo y sostenible. Al mismo tiempo que miramos por los derechos, salud y necesidades de los agricultores.
En cuanto al manejo de la hierba, ésta se desbroza de forma mecánica periódicamente sin usar herbicidas ni fitosanitarios. Además, buscamos siempre alternativas limpias para controlar plagas y enemigos naturales. Por ejemplo, algo que viene haciendo nuestra familia toda la vida es poner granos de arroz en el suelo para que insectos como las hormigas centren su atención en el arroz en lugar de en la planta.
Tenemos diversificados los cultivos en las fincas; de modo que garantizamos una mayor agrobiodiversidad y un menor riesgo natural y económico. Muchas veces, es interesante ver cómo combinando cultivos consigues paliar efectos negativos al protegerse unos con los otros (p. ej. el aguacate protege al mango y los nísperos del viento, al ser un árbol más grande y frondoso). Este círculo contínuo también contribuye a mantener mejor la comunidad de abejas que polinizan nuestras plantas, al tener más tiempo flores de diferentes cultivos en la finca.
No disponemos de energías renovables en las fincas, nuestras fincas son pequeñas por lo que no existe ninguna necesidad de electrificación. También tenemos la gran suerte de no depender de electricidad para el riego, ya que hay buena disponibilidad y estructura de riego canalizado para toda la zona.
Somos un equipo fijo de 3 personas con presencia permanente en el campo; a las cuales añadimos en época de mayor actividad a varios trabajadores más, pudiendo llegar a ser hasta 6 personas en las épocas de cosecha y poda. La mayor parte del equipo lleva más de 7 años trabajando con nosotros, y siempre se trata de mano de obra local, gente de confianza con gran experiencia en el campo. Para nosotros esto es muy importante, porque hay muchos conocimientos del mundo rural y las frutas tropicales que no pueden aprenderse más que con la práctica y el crecimiento desde pequeños en la Costa Tropical de Salobreña.
Siempre se retribuye el salario acorde a la legislación, en el caso agrícola del convenio vigente. Además, intentamos favorecer diferentes ventajas a los empleados para garantizar condiciones atractivas: flexibilidad total en el horario (los trabajadores fijan sus horas de entrada y salida dependiendo de sus necesidades y de la exigencia del cultivo); damos también pagas extraordinarias y compensaciones en determinadas fechas, etc.
Intentamos al máximo posible no desechar frutas perfectamente consumibles; sólo recurrimos al desecho por defectos o alteraciones organolépticas del producto que no nos permitan garantizar la calidad del mismo. Generalmente el destrío lo vendemos como categoría 2; y además, trabajamos con plataformas dedicadas a la venta de alimentos como CrowdFarming que aceptan productos con “defectos estéticos”, esto tiene mucho más sentido para nosotros. Los subproductos de la finca se llevan a la planta de reciclado en contenedores (en época de poda) o a nuestros contenedores de material orgánico.