Me llamo Sergio Quijada Domínguez, tengo 45 años, soy malagueño y desde muy pequeño he tenido pasión por la naturaleza y la sostenibilidad del medio ambiente. Mi familia me inculcó el amor al campo y a la agricultura y desde niño disfrutaba con mis abuelos y padres en los huertos familiares.
Hace 4 años decidí dar un giro a mi vida laboral. No fue fácil esta elección, pero mi ilusión y pasión por desarrollar una actividad retirado de la gran ciudad me llevó a desarrollar un proyecto de cultivo de fruta de la pasión ecológica en compañía de mi mujer e hijos.
Durante mi vida he trabajado de varias cosas, empecé a los 17 años siendo parte de la Guardia Civil, pero un accidente laboral me imposibilitó continuar con mi función en este cuerpo de seguridad del estado. En esos años volví al campo, con los huertos de la familia y poco después emprendí en una empresa de mantenimiento de jardines.
Ser empresario me pasó factura, y debido al gran estrés, en 2015 tuve problemas cardíacos y me tuvieron que operar. Volví a nacer en ese momento. A partir de ahí me dediqué a una de mis pasiones, los perros. Soy adiestrador canino profesional y técnico en modificación de conducta, llegué a competir en campeonatos en España y Europa con esta profesión. También dedicaba parte de mi tiempo y espacio de la finca al rescate y recuperación de perros abandonados.
Ahora he vuelto al mundo agrícola con este peculiar y exotico producto. Una de las mayores dificultades que encontré es lo perdido que me encontraba a la hora de cultivar, no hay referencias de este cultivo en Europa. Esto me ha llevado a cometer muchos errores, que me han hecho perder tiempo y dinero. Ahora miro atrás y siento que todo ha valido la pena. Probablemente cuente con la mayor producción europea de maracuyá ecológica, que tengo intención de ampliar en los próximos meses.
Formar parte del proyecto de CrowdFarming y del movimiento Tropiterranean, en el que puedo mostrar todo este trabajo es una enorme satisfacción que alimenta mi corazón con ilusión, ganas y mucha emoción.
Nuestro clima tropical me impulsaba a buscar un cultivo innovador y diferente a lo normalizado en esta zona. Tenía claro que quería trabajar bajo un estándar ecológico y teniendo el menor impacto ambiental. Uno de los puntos principales es el consumo de agua de riego. Mis abuelos y padres siempre me inculcaron fuertemente que se deben valorar los recursos hídricos y gestionarlos de la manera más eficiente y respetuosa con la madre naturaleza.
Después de varios meses de búsqueda encontré una finca que llevaba más de 10 años sin ser cultivada. Localizada en plena costa del Axarquía malagueña, en el municipio de Vélez-Málaga (España), su tierra fértil, su pozo de agua propia de muy buena calidad y su magnífica orientación me enamoró al instante. Supe que la finca Hoyo del Higuerón era la ideal para desarrollar mi proyecto.
Siempre he contado con la ayuda de mis padres quienes me han ayudado a comprender aún más los secretos y la dificultades que nos plantea la agricultura. Esta forma de trabajar produce armonía con la naturaleza, respetando sus tiempos, sus caprichos y aprendiendo día a día para seguir avanzando y mejorando. Al ser un cultivo casi desconocido no fue un comienzo fácil, aún así hoy en día produzco mis propias plantas de maracuyá que yo mismo he seleccionado entre las que mejor se adaptan al lugar. También realizo los trabajos de transplante, guiado de la planta y poda de formación hasta conseguir una planta sana, vigorosa y de gran productividad. Los sistemas de riego han sido montados con ayuda de mi mujer y mis hijos, un sistema de riego por goteo autocompensado en el que usamos el agua estrictamente necesaria para el desarrollo de nuestro cultivo. Todo en la finca pasa por nuestras manos hasta llegar al momento final de la recogida del fruto. Una vez recolectada, nuestros vecinos, que cuentan con un centro logístico muy cerca de la finca, nos ayudan en la tarea del empaquetado. Más que vecinos para mí son prácticamente familia.