Me llamo José Antonio Fajardo, soy un joven agricultor y estudiante universitario. Tengo 22 años, pertenezco a una familia de agricultores siendo yo la quinta generación, tanto por parte de mi padre como de mi madre.
Mis bisabuelos eran de Otivar y Jete, dos pequeños pueblos de la Costa Tropical de Granada. En esa zona fue donde empezaron a cultivarse las primeras frutas tropicales en Europa continental. Tanto es así que existe una deliciosa variedad de chirimoya con el nombre de este pueblo “Fino de Jete”. Si no la conoces, te recomiendo que la pruebes, no es muy común fuera de España, pero tiene el apodo de “fruta yogurt”, por su dulzor y textura cremosa.
Tradicionalmente mis abuelos y bisabuelos cultivaban viñas, almendros y olivos en las laderas de secano y caña de azúcar en el fondo de los valles, donde había más agua. A mediados del siglo XX, con el declive del cultivo de caña de azúcar en la región, decidieron apostar por el cultivo de subtropicales.
En los años 50 y 60 los subtropicales eran desconocidos en la región. Mis ancestros comenzaron a experimentar con el cultivo de aguacates y chirimoyos, fueron pioneros en cultivos subtropicales, que ahora son bastante comunes en la región. La familia aún conserva las fincas originales y cuida de los árboles que ellos plantaron. Los cuidamos desde hace 70 años con el mismo cariño que ellos pusieron al sembrarlos. Con el tiempo hemos adquirido más fincas y ahora cultivamos gran diversidad de frutas, las principales son aguacate, mango, chirimoyo y naranja, aunque tenemos pequeñas parcelas con plátanos orinoco (una variedad local) o guayabas.
Como no podía ser de otra forma, mi pasión por la agricultura viene desde niño ya que la agricultura ha sido el eje central de mi familia materna y paterna. Soy consciente de la importancia de la educación para la buena gestión de las fincas, por eso actualmente estudio economía, para formarme y ayudar a la familia con la gestión.
Al ver mi pasión por el campo, mis padres me han dado la responsabilidad de liderar este proyecto de venta directa a través de CrowdFarming. Los proyectos de Altos de Cantarriján y Finca Valdivieso ya nacieron para ser unas fincas modernas, en las que mostrar nuestra forma de trabajar y poder trasladar este modelo de agricultura a otros agricultores. Estas fincas fueron adquiridas por la familia hace menos de 10 años. Desde hace dos años yo soy el responsable de su gestión, siempre contando con el asesoramiento de un gran equipo formado técnicos agrónomos y trabajadores, que son como de la familia ya que me han visto crecer, ¡y por supuesto la experiencia y cariño de mis padres!
Mi principal objetivo es actualizar el enfoque que la agricultura tradicional tiene en la región. Me gustaría que más jóvenes productores pudieran tomar la Hacienda Altos de Cantarriján y Finca Valdivieso como modelo de gestión sostenible. Estoy convencido de que la agricultura ecológica, técnicas sostenibles de producción de alimentos, economía circular de recursos, optimización el uso del agua y la apertura de puertas con los consumidores van a ser los motores de las nuevas generaciones de agricultores. Necesitamos cambiar el modelo de producción. La suma de todas estas prácticas en la agricultura marcaran un antes y un después en el cambio climático, que tanto me preocupa personalmente. Estoy convencido de que dentro de unos años, las fincas que gestione estarán mejor y habré contribuido a dejar un mundo mejor a las siguientes generaciones. CrowdFarming me ofrece la oportunidad de desarrollar este sueño, ya que creo y comparto todos los valores que esta plataforma ofrece a los consumidores de toda Europa.
Todo mi tiempo libre y periodo de vacaciones lo paso en las fincas, se me pasa el tiempo volando cuando estoy centrado en el trabajo de campo. Cuando no puedo estar en campo por los estudios, llamo a los capataces para poder estar informado de cómo va la cosecha y orientarles para que realicen las labores más adecuadas en cada momento.
Por último, pero no menos importante, me gustaría resaltar mi relación con una de las personas que más admiro: mi abuelo, también se llama Jose Antonio Fajardo. Es el mejor referente que he tenido y me ha inculcado un amor incondicional por el campo, el trabajo duro y las cosas bien hechas. No recuerdo un solo día de mi niñez que no quisiera pasar tiempo con él recorriendo fincas, solucionando los problemas del campo y viendo como crecía la fruta. He pasado mucho tiempo con él, desde que empecé a andar hasta hoy. Aunque lo vea menos, siempre que puedo estoy con él. Es una gran motivación para luchar y emprender, un ejemplo a seguir de un estilo de vida que amo y quiero preservar.