La finca se llama “Pepito” en honor al segundo de nuestros hijos, José Cisneros, que es especial, por sus capacidades físicas y mentales disminuidas. Pepito es un gran valor en nuestra familia. Tiene el poder de transformarlo todo a su alrededor. Desde que llegó a nuestras vidas ha sido y es nuestra mayor fortaleza, es símbolo de lucha constante y coraje. Su sonrisa es totalmente esperanzadora.
La finca “Pepito” se encuentra en el departamento de Ayacucho, “Ciudad de las 33 iglesias”, en la zona Sur-Centro de los Andes peruanos. Es una “Ciudad Señorial” por la arquitectura, arte y tradición. Aquí se gestó la batalla de Ayacucho y con él se selló la independencia del Perú.
En el trayecto desde Ayacucho a Finca Pepito, divisamos impresionantes cañones, altas mesetas, pampas onduladas, lagunas, vicuñas, una gran variedad de cultivos y ganado vacuno y ovino. En las punas (regiones altiplánicas) lograremos observar una majestuosa planta, la Puya de Raimondi. Esta planta, conocida como Titanka, crece en alturas superiores a los 3000 m.s.n.m y posee la inflorecencia más grande del reino vegetal, con hasta 18.000 flores por planta.
En nuestra finca cultivamos quínoa y de manera silvestre crecen deliciosas frutas como guindas y capulí (goldenberry). Además crece el queñua, o árbol de altura, un árbol que enriquece la tierra, regula el clima, evita la erosión del suelo y retiene agua.
En los alrededores de la finca se encuentra un pequeño río próximo al río “Accomayo”. Además, hay 7 lagunas pequeñas que nos sirven de fuente de riego. Respecto a la fauna, encontramos parihuanas (aves silvestres), patos salvajes, liclle (ave salvaje), ovejas, vacas y caballos. Desde la finca se pueden observar dos cerros, el “Huaujio” y el cerro Colona. Nos encontramos cerca del área de conservación regional Bosque de Puya Raymondi – Titankayocc de Vinchongo y las ruinas arqueológicas incas de Vilcashuamán.
Chiara es un distrito agrícola y ganadero perteneciente a Ayacucho, muy próspero dados sus recursos naturales y vías de comunicación a las ciudades de la región. El 65% de la actividad económica de la zona es la producción agropecuaria.
La producción ecológica de la quinoa demanda numerosas actividades agrícolas ya que se trata de un cultivo artesanal y muy manual. Así año tras año surge la necesidad de contratar trabajadores temporales para cubrirlas. De esta manera nos sentimos orgullosos de dar trabajo a nuestra comunidad y mejorar las condiciones económicas y calidad de vida de varias familias.
Nuestra Finca ha pasado de generación en generación desde 1918. Nuestros ancestros cultivaban papa, mashua, oca, olluco, tarhui, quinua, kiwicha y avena. El cultivo de la quinoa tiene un comportamiento marcadamente estacional. En la región de Ayacucho el periodo de lluvias se inicia aproximadamente a mitad de septiembre y dura hasta el mes de marzo. La cantidad requerida óptima de agua es de 300-500 mm. de precipitación por campaña. Bajo estas condiciones la planta crece y se desarrolla correctamente. Aunque realizamos nuestro cultivo en secano, contamos con un sistema de regadío de emergencia para que, en caso de sequía, garanticemos la cosecha con el riego por aspersión. Para tal efecto utilizamos reservorios de los alrededores y el río Aqchipa Huachana.
Trabajamos en ecológico, certificados en el año 2019, motivados por nuestro interés por producir un alimento de la mayor calidad nutricional y a la vez respetuoso con el medio ambiente. En nuestra finca las hierbas y restos de cosecha se aportan a la tierra y tras su descomposición sirven como aporte de materia orgánica. Por otro lado, favorecemos la presencia de enemigos naturales dentro de la finca, cuidando setos con diferentes plantas y flores como cilantro, salvia o ruda que sirven de refugio a los mismos.
Favorecemos la biodiversidad mediante la agricultura orgánica. Reducimos el aporte de insumos externos al suelo y no utilizamos fertilizantes químicos ni plaguicidas. Trabajamos en armonía con la naturaleza, buscando la máxima calidad en todos los aspectos de la agricultura y del medio ambiente. Respetamos la capacidad natural de las plantas, de los animales y del paisaje. Realizamos rotación de cultivos, conocimiento ancestral andino heredado. El hecho de hacer buen uso del suelo y de intercalar diferentes cultivos en cada campaña agrícola, logra la vitalidad y renovación constante del suelo evitando su desgaste. Nuestro sistema de rotación es el siguiente: papa-quinoa-cebada-haba. El gasto energético en nuestra finca es muy reducido y actualmente no disponemos de energías renovables.
Además, no producimos residuos, en primer lugar, al cosechar la quinoa se separa sobre el terreno el grano de la planta, aportando la materia vegetal al terreno. Después, realizamos el proceso de selección de grano mediante una máquina a la que llamamos zaranda, que separa las impurezas del grano de quinoa incorporándolas junto con el grano inservible al suelo como materia orgánica. No disponemos de una zona de compostaje como tal ya que incorporamos directamente nuestros residuos a la tierra de cultivo para mejorar la aireación del suelo e incorporar nutrientes.
En nuestra finca participamos activamente, y durante todo el año mi mujer Yudy y yo. Además, contamos con la ayuda de nuestros cuatro hijos. Durante la temporada de recolección nos ayudan unas 15 personas, que llevan con nosotros desde hace 3 años. Desde que iniciamos este proyecto hemos mejorado sus condiciones laborales todos los años, pagando por encima del sueldo mínimo. Además, nuestros empleados se benefician de programas de capacitación en agricultura orgánica, elaboración de insumos naturales, modelos de negocio, talleres de coaching etc.