Nuestra finca de limones está en una de las zonas agrícolas más antiguas de Málaga, en el municipio de Benamargosa. Se llama “El Chifle” por el lugar en el que se encuentra, que se le conoce así. Chiflar significa silbar, y tal vez antiguamente los agricultores se comunicaban así con silbatos o “chifles” en el valle donde se sitúa, y es que este método de comunicación era mejor que gritar ante la falta de teléfonos móviles. En este valle hay muchas fincas muy pequeñas de muchos agricultores diferentes. Pequeñas propiedades heredadas de generación en generación. Este terreno lo heredó mi madre de mis abuelos en los años 90, yo era muy pequeña. Cuando esto pasó mis padres, que acababan de tenernos a mi hermana y a mí, decidieron plantar toda la finca de limones, llevando a cabo una agricultura ecológica desde el primer momento.
Es una finca muy especial ya que lleva en mi familia más de 4 generaciones, por lo que es la más importante a nivel sentimental para nosotras. A veces nos sentamos allí y nos ponemos a pensar cuántas cosas habrán pasado nuestros tatarabuelos allí trabajando y cuidando de sus hijos. Es impresionante el valor que cobran estas cosas y la añoranza que sientes.
Benamargosa es un pueblo completamente agrícola que ha cambiado mucho en los últimos años. Cuando mi padre era joven, este pueblo era muy pobre, ya que los cultivos que había en la zona no eran rentables. Cuando llegaron los cítricos y los subtropicales la cosa cambió, ya que la gente pudo empezar a vivir dignamente y mucho mejor. Ahora Benamargosa está llena de aguacates, mangos y limones, el paisaje es espectacular, y mucha gente sigue dedicándose a la agricultura, que es todo un hito en los tiempos que estamos.
La finca está en ecológico desde que la plantaron los limones mis padres. En cuanto a las llamadas “malas hierbas'' las dejamos crecer para tener mayor biodiversidad y las segamos simplemente cuando, por la altura, dificultan las maniobras que tenemos que realizar en el campo. Sin embargo, dado que el limonero es una planta fuerte que resiste muy bien las plagas no tenemos que llegar a arrancarlas. Cuando tenemos un ataque grande de alguna plaga, los métodos naturales para eliminarlos son muy eficaces, por lo que podemos permitirnos tener los limones como un cultivo más “salvaje”.
En esta finca la energía que utilizamos para regar la obtenemos gracias a placas solares. El riego se hace por goteo y el agua proviene de la comunidad de regantes de “el chifle”. Actualmente en esta finca trabajamos 3 personas, 2 hombres y 1 mujer. En general nuestros trabajadores están en diferentes fincas con diferentes cultivos y, cuando necesitamos ayuda en esta finca, vienen a trabajar a ella. Todos están bajo convenio regulado y les damos las facilidades que necesitan. De hecho, tenemos trabajadores que llevan más de 13 años con nosotros. Hasta el día de hoy ni un sólo trabajador agrario se ha ido, lo que nos hace muy felices.
El destrío nos lo quedamos para nosotros y para nuestros familiares y amigos, ya que en general, los defectos que tienen los limones no suelen afectar a su calidad organoléptica.
Al final, gracias a la experiencia de los años, sabemos reconocer cuando la fruta es de calidad o no, por lo que elegimos nosotros la fruta que enviamos, la cual siempre es de primera. Los restos de poda y las malas hierbas segadas vuelven al suelo en forma de compost. Me parece un delito no aprovechar todos estos restos que otros agricultores queman o trasladan a otras zonas de compostaje. Dejarlos en el suelo es aportar vida y nutrientes a este. Tenía un profesor en la universidad que decía: “Todos los restos hay que devolverlos al suelo. El suelo necesita toda la “mierda” que podamos darle, ya que sin “mierda” no hay suelo, y sin suelo, no hay agricultura”. ¡Y nos encanta aplicar su filosofía!