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1 caja contiene 5kg de mango ecológico
Variedad: Osteen, Keitt y Palmer
Mango Osteen: forma ovoide-alargada, peso de entre 300 y 750 gr, no presenta fibras y su piel presenta una tonalidad púrpura muy característica con zonas de color naranjas, amarillas o verdosas (septiembre hasta mediados de octubre)
Mango Keitt: forma ovoide-oblonga, peso de unos 500-750 gr, no tiene fibras y la pulpa tiene un sabor dulce con un toque ácido, su piel es de color verde y rosado (mediados de octubre a principios de noviembre)
Mango Palmer: forma alargada, peso oscila entre los 350 y los 600 gr, pulpa consistente con fibras muy finas, muy sabrosa, con un toque dulce, la piel es de un tono rosado (mediados de octubre a principios de noviembre)
Recolectamos los mangos del árbol bajo pedido el mismo día del envío
Fruta climatérica: al recibirlos espera unos días a que se pongan blandos
La caja no contiene plásticos
Cosecha limitada. Envío a domicilio incluido.
País de destino España
Precio final: 26.66€
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1
(5,00 kg)
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IVA incluido
No plásticos
Ecológico
Fresco y de temporada
María Martínez Hijano
Me llamo María Martínez, pertenezco a una familia que lleva más de 4 generaciones dedicándose a la agricultura, cultivando cítricos, almendros, olivos, viñas y ahora frutas subtropicales. Soy una joven agrónoma con una firme intención desde que empecé a ocuparme de las labores de la finca familiar: mejorar la producción agrícola aplicando técnicas sostenibles que fomenten al mismo tiempo la mayor cantidad de beneficios ambientales en el entorno. Desde pequeña tengo una alta concienciación medioambiental ya que aprendí el valor del respeto a la naturaleza de mi familia, que me lo inculcó. En los últimos años hemos decidido embarcarnos en el cultivo de frutas subtropicales, concretamente de mango, que es un árbol que se adapta muy bien a esta zona, ya que tenemos el privilegio de tener un microclima único en Europa.
Ya de pequeña acompañaba a mi padre al campo mientras él realizaba las labores propias de la agricultura, me encantaba pasar tiempo con él en el campo. Mi padre me inculcó el amor por este “estilo de vida” como me gusta llamarlo. Yo no me cansaba de mirar las plantas y quedar maravillada de lo bonito que es que después de cuidarlas estas te lo agradezcan con alimentos, ¡es algo mágico!. Todo esto me proporcionó un estrecho contacto con la naturaleza se convirtió en mi pasión, por lo que decidí formarme como Ingeniera Agrónoma, agradezco a mi padre sus consejos para elegir esta formación ya que a pesar de las dudas en la adolescencia, fué un total acierto ya que amo mi profesión.
La finca pertenece a mi padre y sus hermanos (Miguel, Ana y José María). Al finalizar mi formación toda la familia depositó su confianza en mí de forma unánime a pesar de mi juventud, comenzando así un reto y una motivación diaria. He adoptado este proyecto como personal, haciendo todo el manejo de la finca de manera ecológica, aportando mi pequeña contribución a la conservación de nuestro ecosistema. Me ocupo de la gestión y el desarrollo agronómico sostenible de la finca familiar de forma autónoma. Desde que el manejo de la finca es ecológico ha aumentado el número de animales autóctonos como camaleones, aves, anfibios y muchos insectos, ¡que ven nuestra finca como un lugar seguro para vivir!
Mi labor en la finca es planificar el manejo técnico, es muy importante prestar atención a los árboles, observar si presentan algún tipo de carencia o exceso nutricional, controlar las plagas de manera eficiente y ecológica, hacer los planes de abonado, estipular las horas de riego y estar pendiente a los tiempos de floración, cuajado y recolección de la fruta, para poder obtener una fruta de calidad.
El equipo de la finca se ocupa de implementar lo planificado, ellos aplican el abonado, controlan el tiempo de riego, realizan el control de malas hierbas mediante la desbrozadora, el tractor o ganado, realizan los tratamientos necesarios y recolectan la fruta.
El sistema de CrowdFarming me brinda la oportunidad de ofrecer mis productos directamente al consumidor final, a personas que aprecian no solo la calidad de la fruta sino también nuestro compromiso de dejar un planeta mejor a futuras generaciones.
Finca Los Pepones
El nombre de la finca “Los Pepones” se debe al pequeño poblado andaluz donde está situada, perteneciente al municipio de Vélez-Málaga, provincia de Málaga. La finca está destinada al cultivo de mango y aguacate y se localiza en pleno corazón de la Axarquía, rodeada de otros campos de cultivo de frutas subtropicales. La economía de la zona ha mejorado mucho gracias al aumento de cultivos subtropicales en los últimos años donde cada día crece el número de personas involucradas, de esta forma, el cultivo de frutas subtropicales se está convirtiendo en un “estilo de vida” más que en un “trabajo”.
La finca es una propiedad familiar desde hace 4 generaciones, cuenta con un pozo propio y una alberca donde almacenamos el agua para abastecer nuestro sistema de riego por goteo, que se hace por presión natural. La cantidad de agua que necesitan los árboles es variable, la mayor parte del agua se aporta en verano, en esta època un árbol adulto de mango necesita unos 40L al día.
Todo el manejo de la finca se hace atendiendo a las condiciones de agricultura sostenible, no usamos productos químicos, ni herbicidas que perjudiquen a los cultivos o afecten negativamente a la biodiversidad de las especies nativas. Uno de los trabajadores de la finca tiene una pequeña ganadería ovina, su rebaño de ovejas pastando entre nuestro árboles ha resultado ser el control más eficaz y respetuoso con el medio ambiente de las malas hierbas.
En la finca trabajamos de forma regular un equipo cualificado de 7 personas durante la recolección, y 3 durante el resto del año, 2 mujeres y 1 hombre. Los trabajadores fijos llevan con nosotros 6 años, desde que plantamos los mangos y todos cobran según el convenio colectivo.
Recogemos la fruta en el momento óptimo de maduración, garantizando manualmente la selección de la calidad pieza por pieza, los frutos no son iguales de tamaño, pero sí igual de sabrosos.
El destrío se lleva a los mercados locales de la zona y la fruta que no cumple con los requisitos de calidad se la llevan los trabajadores para alimentar su ganado. Los restos de poda los trituramos y los aportamos al suelo como materia orgánica al suelo para que se composten debajo de cada árbol.