La finca El Palmar Viejo es el lugar de encuentro de nuestra familia desde el año 1996, y recibe su nombre por la abundante presencia de palmito en esta zona. Es conocida por las 6 palmeras centenarias de 13 metros de altura del camino de la entrada, y que dan la bienvenida a nuestros visitantes con gran majestuosidad.
La finca se encuentra en la fértil vega del Guadalquivir. Esta zona ha sido poblada desde antaño por multitud de civilizaciones, ya que el río ha simbolizado la prosperidad económica desde hace miles de años. Abundan huertas de cítricos, frutales de hueso, frutos secos, etc. En la finca además del caqui, que lo cultivamos desde el año 2015, hay diferentes variedades de cítricos; conservamos varias higueras, espárragos silvestres y nogales, que surten a nuestros hogares de productos del campo durante todo el año.
Nuestra comarca, cercana a la capital, dispone de muchas posibilidades económicas, si bien la agricultura está muy arraigada y es uno de los grandes motores de la provincia, y cada vez lo es más gracias a la tecnificación de las labores agrícolas y los cultivos de regadío.
El agua proviene principalmente de la Comunidad de Regantes del Valle Inferior del Guadalquivir. De manera anecdótica puedo contar cómo mi suegro, al comprar la finca, observó que el riego era canalizado por regueras superficiales. Con idea de aprovechar y aumentar la sostenibilidad de la finca, transformó esas regueras en tuberías subterráneas con presión para alimentar todos los cultivos con goteo, y así evitar el uso de otra fuente de agua y energía. Actualmente la finca cuenta con riego localizado por goteo y además este riego está automatizado, lo que evita transportes innecesarios y ahorro de combustible y tiempo.
Esta finca pasó a ser ecológica en el año 2017, poco tiempo después de que mi marido y actualmente joven agricultor dejara su trabajo como ingeniero informático y se incorporara a la actividad agrícola. Modernizó la finca y aumentó la sostenibilidad en la mayor parte de los procesos, y esperamos que con ello tengamos más productividad.
La hierba la desbrozamos periódicamente, y los restos de poda los incorporamos al suelo para fomentar su desarrollo y vida. También usamos métodos de control biológico que a través del comensalismo eliminan a las especies dañinas. Nuestros cultivos necesitan del uso de fitosanitarios adaptados a la agricultura ecológica, cuyos principios activos son a base de sustancias naturales que respetan la biodiversidad auxiliar de la zona.
En El Palmar somos un equipo de dos hombres y una mujer. Este equipo está compuesto por mi marido y mi suegro, que se encargan de la planificación de la campaña, y todas las tareas de mantenimiento. En mi caso, me responsabilizo del asesoramiento técnico, la comercialización del producto y ahora de la atención de todas las tareas con CrowdFarming. Durante los momentos de mayor trabajo contratamos a personal externo de la finca, que se encarga de la tala, desbroce y recolección de la fruta. Todos ellos cuentan con un contrato laboral y un salario según el convenio laboral de la provincia, y renovamos su empleo cada temporada en función de su disponibilidad.
La calidad de nuestra fruta viene marcada por la experiencia de mi suegro, que lleva toda su vida dedicada a la finca. Aquellos frutos que no cumplen sus criterios los vendemos para la producción de zumo ecológico.