El Bosque del Batán es una finca familiar muy emblemática en la zona debido a su nacimiento de agua. Su nombre hace referencia a un mecanismo hidráulico que data del siglo XII, el cual mediante el movimiento de una rueda girada por la corriente de agua, trabajaba la lana para compactarla.
El Bosque del Batán tiene una superficie de unas 90 ha en donde el cultivo predominante es el olivar, con árboles centenarios de la variedad verdial. Se encuentra muy cerca de la aldea Baños del Vilo, conocido por las aguas que emergen del manantial de la zona, de propiedades terapéuticas.
En el centro de la finca se encuentra el manantial de aguas (consideradas como minerales), que en su época servía para mover el batán. También tenemos zonas de siembra de verduras y frutales que se alimentan del agua del manantial; entre ellos están naranjos, melocotoneros, almendros, algarrobos, higueras y chumberas. La superficie restante, en torno a un 70%, se compone de bosque de matorral y cultivos de secano abandonados. Además en ella podemos encontrar un viejo cortijo de campo, que poco a poco reconstruiremos junto al batán, para así revivir la historia de la finca.
En cuanto a la gestión de la finca, nuestro objetivo en primer lugar ha sido el cambio de convencional a agricultura ecológica para la totalidad de la finca. Y tiene todo el sentido: esta finca se encuentra en la considerada como “alta Axarquía”, una zona de serranía en la que tradicionalmente se han cultivado olivos, en zonas de bosque mediterráneo desde tiempos inmemoriales. Mantener su cultivo, pero además dotarlo de prácticas sostenibles y de conservación del espacio, es una meta que hemos hecho nuestra y por la que apostamos. Para ello, hemos desarrollado una agricultura diversa, con diferentes plantaciones a lo largo del año. También hemos protegido las zonas de bosque y matorral, pues son reservorio de fauna, e insectos beneficiosos para protegernos de las plagas.
Por lo demás, la finca llevaba años abandonada, por lo que nos hemos puesto manos a la obra para recuperar la mayoría de cultivos y volver a darle un sentido agrícola y forestal. Para las zonas más deterioradas por la erosión, hemos previsto replantarlas para así proteger el suelo y favorecer la biodiversidad del entorno.
Estas antiguas cortijadas estaban obligadas a vivir de lo que cultivaban y criaban. Contaban con ganado, huertas, frutales y olivares para echar el año. Nosotros hemos puesto en valor la huerta tradicional de verano; cultivarla es igual de gratificante que cocinar sus productos, libres de invernaderos y pesticidas.
Para su cultivo usamos el agua que emana del manantial del batán. Su valor ecológico es vital para la zona, por lo que sólo tomamos el agua necesaria, a la vez que usamos sistemas de riego por goteo, que nos ayudan a economizar cada gota de agua.
Esta preciosa zona del norte de Málaga, rica por su naturaleza y costumbres, está sin embargo en un claro proceso de pérdida de población. El desempleo es alto, ya que la rentabilidad de los cultivos tradicionales no consigue igualar los costes de producción. Es por ello que muchas fincas se están transformando a otros tipos de cultivo más rentables. Para nuestro caso, el proyecto pasa por dar valor a los cultivos tradicionales y proteger su importancia medioambiental, y generar con ello empleo para 10-20 personas de la zona. Ya contamos con un equipo estable de profesionales de la agricultura, que nos acompañan desde hace 4 años. A ellos les aplicamos condiciones laborales adaptadas a sus necesidades, tomando el convenio laboral como punto de partida.
Para cerrar el círculo, todos los subproductos de la finca los usamos como materia orgánica para abonar el suelo, o los donamos a la granja de cabras de nuestro vecino, quien a su vez nos cede su estiércol para fertilizar nuestros árboles.