Encantado de daros la bienvenida a nuestra finca, la Cañada de Ana, unas tierras que compró y acondicionó mi abuelo en 1969 con el afán de seguir con la tradición de mi familia, los Águila, de cultivar uvas. Una tradición que ha pasado de generación en generación desde que comenzó en 1890 con mi tatarabuelo hasta llegar a mí.
Nuestra finca toma el nombre de “Cañada de Ana” debido a que en 1911 en la zona vivía una mujer que se llamaba Doña Ana, concretamente en una antigua casa de labranza que se llamaba la Casa de la Paloma. Se trata de 30 hectáreas de terreno ubicadas en Murcia, concretamente ancladas en el valle del Guadalentín a escasos kilómetros de las faldas de Sierra Espuña. Es una zona de gran interés ecoturístico puesto que se trata de un Parque Regional con gran diversidad de paisajes de piedra caliza y formaciones de modelo kárstico. Además, en este mismo entorno se encuentran restos de asentamientos iberos.
A lo largo de los años en estos terrenos se han plantado cepas de todo tipo de variedades. De hecho, cuando mi tatarabuelo comenzó con lo que hoy es el oficio familiar tenía plantadas cepas de la variedad ohanes, también conocida como uva de Almería o uva de barco, debido a la gran cantidad de exportación que se hacía con este medio de transporte. Con el tiempo, esta variedad de uva entró en declive y los Águila tuvimos que adaptarnos a la demanda de otros tipos de uva y necesidades. Es por ello que actualmente en la Cañada de Ana cultivamos uva de mesa de las variedades itumfour, itumnine, itumfifteen y autumn royal, variedades que se adaptan muy bien a nuestro terreno, aguantan muy bien el cultivo en ecológico y producen una uva de mesa sin pepitas de muy buena calidad.
Hace ya 15 años que mi padre decidió hacer un cambio en la forma de cultivar en nuestra finca. Tras varios años con el cultivo de la uva en convencional, detectó que las prácticas que se llevaban a cabo estaban afectando negativamente al cultivo y al ambiente en general. Nuestra tierra y nosotros mismos necesitábamos trabajar de una manera más amable y respetuosa de lo que se venía haciendo. Además, necesitábamos desmarcarnos del resto de productores de uva. Por todo ello, a pesar de que es más complicado manejar los cultivos mediante técnicas de agricultura ecológica y más complicado llegar a grandes volúmenes de producción, decidimos ser más respetuosos con el medio ambiente a la hora de cultivar en nuestra finca y certificarnos en este sello.
No solo tenemos uva en nuestra finca. También tenemos frutales como ciruelos o perales, olivos, nogales, palmeras y pimientos con los que producimos pimentón. En toda la finca dejamos crecer la hierba y flores adventicias durante la primavera para que sirvan de refugio de insectos enemigos naturales de plagas. Cuando llega el verano estas hierbas pierden la flor y las plagas ya no están en el cultivo, por lo que las cortamos y las incorporamos al suelo para aportar materia orgánica. Los ribazos, o zonas de separación entre las parcelas, las dejamos completamente sin cultivar para aumentar la biodiversidad de nuestra finca.
El clima existente en la Finca es clima mediterráneo, influenciado por estar a 25 km de la costa mediterránea y a la falda del parque Natural de Sierra Espuña. Todo ello nos permite tener un microclima especial, idóneo para la producción de uva de mesa de calidad. Para preservar el medio natural, disponemos de sensores de humedad, con lo que se consigue optimizar el consumo de agua, un recurso tan preciado.
Nuestro cultivo necesita aproximadamente 4.500 m3 de agua por hectárea. Aportamos este agua mediante un sistema de riego por goteo impulsado por placas solares evitando utilizar el agua de pozo, que sustituimos por agua de la desaladora de Torrevieja. Además, en caso de que haya una avería, en Sierra Espuña hay ubicado un embalse del cual la comunidad de regantes nos aporta agua con presión por gravedad, por lo que no es necesario utilizar energía. También recuperamos el agua de lluvia que cae en los techos de nuestros almacenes.
Aunque la parte agrícola es nuestro sustento, no es lo único que nos importa de nuestro proyecto. Intentamos dar un valor extra a lo que hacemos y estamos comprometidos con la sostenibilidad. Por ello, además de nuestro esfuerzo por tener producción de calidad alineado con prácticas que respeten el medio ambiente y mejoren la biodiversidad, tomamos medidas sociales y de ahorro energético. En este último punto, además del riego por goteo impulsado por energías renovables, desde el año 2018 toda nuestra oficina está alimentada por placas solares.
En la zona en la que estamos, Alhama de Murcia, gran parte de la población se dedica a la agricultura. En nuestra finca intentamos generar empleos fijos que contribuyen a la fijación de personas en nuestro pueblo. En concreto, en la finca trabajan de manera fija 3 hombres y 2 mujeres que se dedican a labores preparatorias de cultivo, y cuando estamos en temporada llegamos a ser hasta 40 empleados en total. Además, intentamos que los insumos que tenemos sean de cercanía en la medida de lo posible, promoviendo y apoyándonos en las empresas locales y de nuestra región.