Situado a 20 km de Valencia, en un enclave rodeado de naranjos, encontramos el pueblo de Bétera. Un lugar con siglos de tradición agrícola donde, según cuenta la leyenda, los veteranos de guerra romanos se retiraban a disfrutar de sus últimos años de vida cultivando la tierra.
Allí está la finca El Carmen y su masía (así es como se conocen las casas típicas valencianas). Esta casa fue un sueño hecho realidad por Manuel Gonzalez Martí; dibujante, historiador y erudito español fundador del Museo Nacional de Cerámica y de las Artes Suntuarias González Martí, que a pesar de dejar un gran legado cultural, murió sin descendencia en 1972.
Nuestros abuelos Fernando y Julia compraron la finca y empezaron a plantar naranjos. Durante los años setenta y ochenta se realizaba un “riego a manta” con canalizaciones. Mi abuelo nos contaba que antiguamente se dormía con un pie en la canalización para levantarse cuando llegase el agua e ir abriendo y cerrando las compuertas para regar los árboles de cada parcela. Hoy en día, hacemos el riego por goteo que es más eficiente, pero mantenemos algunas acequias como recuerdo.
Tras la muerte de mi abuelo Fernando, cuando mi hermano mayor tenía 16 años y yo 13, mi familia fue apartada de la gestión de esta finca durante casi 10 años. En ese tiempo, los nietos nos dedicamos a formarnos y mis padres estuvieron peleando para recuperarla. En 2009 por fin lo conseguimos, pero las personas que habían estado a cargo de la finca habían hecho una gestión cortoplacista, exprimiendo económicamente los campos sin invertir en mejoras. Recuperarla requería una gran inversión a la que mis padres no podían hacer frente, y la única solución parecía ponerla a la venta.
En ese momento, convencí a mi hermano para dejar nuestros trabajos y dedicarnos a salvarla. Fueron unos primeros años difíciles, pero aprendimos muchísimo. Lo bueno de emprender en el sector agrícola es que te aseguras que, aunque te vaya mal, siempre puedes comer lo que cultivas. Conseguimos que un banco nos diese una línea de crédito de 100.000 euros para poder empezar a funcionar y convencimos a mis padres para que retrasaran la venta. Tardamos 5 años en empezar a no perder dinero. Tuvimos que vender como chatarra alguna maquinaria que tenía mi abuelo para pagar las primeras cuotas de ese crédito, pero fue el precio de aprender gran parte de lo que hoy sabemos. Fue nuestro máster y nuestra mejor decisión.
Aprendimos de naranjos y a crear una página web donde poder vender nuestros productos directamente al consumidor final. A día de hoy, en El Carmen, además de cultivar naranjas, clementinas, limones, pomelos y caquis, también tenemos una huerta donde los meses de verano cosechamos tomates al aire libre. Todo se cultiva en ecológico.
Para el riego utilizamos 3 pozos de agua, 2 funcionan con motores y el tercero con un molino de viento que hemos reparado. Utilizamos un sistema de riego por goteo y otro de riego por aspersión que en verano utilizamos los días de viento cálido de poniente y en invierno los días de mucho frío para evitar que se congele la cosecha.
Filosofía de cultivo: en El Carmen no sólo nos preocupa desarrollar una agricultura ecológica sino también una agricultura que genere un impacto social positivo. Por eso, además de implementar la legislación de la Unión Europea sobre agricultura ecológica, implementamos un modelo que contempla el impacto social de nuestras actividades agronómicas y las condiciones de los trabajadores.
Hoy somos 40 personas trabajando a tiempo completo: agricultores, ingenieros, apicultores, programadores, diseñadores...una buena mezcla de personas trabajando en un proyecto agrícola rentable y con capacidad de atraer talento. Si un día pasas por Valencia, estaremos encantados de enseñarte la finca y nuestra manera de vivir.