Nuestra finca se llama Palomillo, este nombre tiene su origen en un apodo familiar que llevaban mi abuelo, mi padre y ahora yo. La finca está situada en el Cabezo la Jara dentro de la Sierra de las Estancias, localidad de Vélez Rubio, a 980 metros de altura. Está rodeada de nogales protegidos y cultivos ecológicos de almendros. Encontramos en nuestro entorno montes con vegetación nativa sin alterar, caminos de tierra, ramblas y es posible ver multitud de animales silvestres como conejos, jabalíes o águilas.
La zona donde está la finca tiene una densidad de población muy baja. En las cercanías puedes encontrar pequeños cortijos (casas típicas del sur de España) destinados en su mayoría a turismo rural. Hay también un hotel rural que es excepcional. Con suerte puedes cruzarte al típico ganadero de ovejas con sus rebaños. Y lo mejor de todo es que no hay mucha cobertura, ¡el lugar es perfecto para poder desconectar!
Nuestra bodega es pequeña y familiar, trabajamos tres personas, mi mujer Inés María, Isabel Ortega, que nos ayuda a las labores comerciales, y yo Francisco García. Isabel lleva dos años con nosotros, antes estábamos mi mujer y yo solos. Dependiendo de las labores contratamos jornaleros temporales especializados en viñedos para que nos ayuden con las labores de la finca.
Con este proyecto pretendemos revivir la producción de vinos como los que se hicieron siglos atrás en la Sierra de las Estancias. Aquí era tradicional el cultivo de uva desde los tiempos de la antigua Cartago, hasta que llegó una plaga de filoxera a finales del s. XIX que arrasó con todos los viñedos de la zona. La plaga inviabilizó durante muchos años el cultivo de la vid, y los agricultores sustituyeron las cepas por almendros y “olvidaron” hacer vino.
Esta finca fue adquirida por nosotros en el año 2000 con la idea de emprender este proyecto. Pasó una década hasta que pudimos comenzar a materializar el sueño de tener nuestra propia bodega. El proceso se aceleró por la crisis de 2008, que nos afectó mucho ya que nuestra principal fuente de ingresos estaba relacionada con la construcción. Nos dimos cuenta de que necesitábamos diversificar la economía familiar y decidimos avanzar con nuestra pasión. En 2010 plantamos las cepas actuales. Mientras las vides crecían hicimos el proyecto arquitectónico de la bodega. En 2015 por fin pudimos construir la bodega y en 2016 comercializamos nuestro primer vino. Hemos hecho una gran inversión para recuperar la producción de vino en la zona que apenas ahora comienza a dar sus primeros frutos.
La finca es un cultivo de secano, que depende completamente de las precipitaciones, incluyendo nevadas invernales. Tenemos instalado un sistema de riego auxiliar que usamos en caso de emergencia extrema. Si el año es extremadamente seco, o cuando las vides son muy jóvenes, les podemos dar un “refrescón” en verano llevando agua con cisternas. Todos nuestros viñedos están en plantación ecológica por lo que usamos bastante la prevención de plagas y solo aplicamos productos autorizados en el cultivo ecológico. Controlamos el crecimiento de la hierba de forma manual que se deja en las líneas de la plantación para proteger el suelo de la erosión y para que se composte y vuelva en forma de nutrientes a la tierra. Los sarmientos (tallos de la poda) se utilizan como leña en algunos restaurantes de clientes para la elaboración de ciertas comidas.